Dejar a los datos hablar no es hacer que los números digan lo que tú quieres. Ni en el mejor de los casos. Si algo aprendí en las asignaturas de estadística en la universidad, es que si se es lo suficientemente bueno, puedes construir verdades a medias a partir de mentiras absolutas: noticiarios de TV, publicidad, etc. son prueba de ello.
¿Pero qué sentido tiene mentir si va contra tu propio beneficio? ¿Trabajamos decidiendo en base a datos verificables, significativos y accesibles por todas las partes? ¿Nos seguimos basando en la intuición y en datos invisibles? ¿En interpretaciones sin fundamento real? ¿Es todo fruto de una trama de intrigas palaciegas? ¿Qué sentido tiene cortar el proceso natural y orgánico que nace de las partes participantes simplemente por intuición o gustos personales? ¡Ah los egos! ¡Qué seguro hay que estar de la visión de uno mismo, pero qué poco hay que dudar del conocimiento de los demás!
Un producto debería seguir su cauce natural. ¿Por qué ponerle piedras en el camino sin necesidad?
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